CÓMO
Tercera parte
¿Qué Cataluña presentan los medios de comunicación de Madrid? Una Cataluña inventada, una ficción delirante, una distopía que sería muy sencillo de desmontar, si existiese la voluntad de hacerlo. Bastaría con instalarse unos días en esta tierra y comprobar cómo se vive. Con tan breve período de tiempo sería suficiente para ser conscientes de que no existe conflicto lingüístico, que no hay dos comunidades, que la “fractura social” es un mito y que la economía funciona como en ningún otro rincón de España. Pero nadie hace el esfuerzo; unos por interés directo en el conflicto entre España y Cataluña, y otros porque ya se sienten cómodos con el discurso que le venden los medios ya que les permite alimentar su catalanofobia infusa. Echemos un vistazo a la imagen que los medios desean transmitir -con éxito abrumador, por cierto- al resto de españoles sobre los catalanes:
- Existen dos comunidades separadas que no se mezclan en ningún momento: los catalanoparlantes y los castellanoparlantes.
- Los catalanoparlantes son todos independentistas movidos por su odio a España.
- Los independentistas, que además son burgueses, acosan, presionan y marginan a los castellanoparlantes, que viven asustados y con pánico a manifestar su identidad española.
- Los independentistas son nacionalistas radicales, mientras que los otros, los castellanoparlantes, son ciudadanos del mundo que detestan el nacionalismo.
Este retrato disparatado de la sociedad catalana se resquebraja al primer análisis: es imposible que existan dos comunidades separadas en razón de lengua, entre otras cosas, por una simple razón: todos los catalanoparlantes son también castellanoparlantes, de forma que no existe la frontera que desde Madrid se intenta dibujar. Además, si se tratase de etiquetar a la población por preferencias lingüísticas sería más preciso decir que hay “bilingües”, “monolingües” y “monolingües que quieren que los bilingües sean también monolingües”.
El resto de puntos indicados no merece apenas comentario por lo absurdo del planteamiento: si hay alguna lengua marginada en Cataluña, es el catalán; si hay alguien que puede ser menospreciado por expresarse en su idioma es el que se expresa en catalán; y si alguna vez ha existido conflicto físico entre catalanistas y españolistas, la agresión siempre ha venido del mismo lado: del españolismo. El independentismo es un movimiento eminentemente pacífico, mientras que las agresiones del españolismo -muy vinculado a la ultraderecha, por cierto- están bien documentadas, aunque los medios de comunicación las oculten de forma sistemática. Este punto sí que merece ser acompañado de datos, ya que resulta casi un tema tabú para los medios. La recopilación la ha realizado el usuario de Twitter conocido como “Al otro lado del muro” (@_ju1_), que hasta el pasado 4 de abril había recopilado y documentado 27 casos de agresiones y actos violentos por parte de españolistas. En el documento se incluye la violencia policial del 1 de octubre, así como algunos sucesos ocurridos fuera de Cataluña. Son hechos que no difícilmente se verán recogidos en los medios de comunicación de Madrid:
Para ver el hilo completo, basta con clickar en la imagen y ser redirigido a Twitter.
Por otra parte, quizás algunos recuerden una supuesta agresión de soberanistas a españolistas que se produjo en Balsareny (Bages) hace pocos meses. La prensa la recogió con todo lujo de detalles, e incluso el expresidente Rajoy actuó de voluntario altavoz de la denuncia. El caso fue este:
-Ver noticia en El Periódico de Catalunya.
Pero poco después se supo que la presunta víctima era una miembro muy activa de la ultraderecha y el caso se desvaneció:
Retomemos el hilo inicial: unos párrafos más arriba hemos concluido que los ciudadanos que están por la creación de un estado catalán separado del Reino de España, difícilmente habían adoptado tal posición por adoctrinamiento; entonces, si no los han adoctrinado con fines espurios, ¿por qué ahora los catalanes son mayoritariamente independentistas? Pues haber preguntado, porque resulta bastante sencillo:
- Catalunya tiene una cultura y una lengua propia desde hace mil años. Ello incluye un derecho civil, unas instituciones, una organización, una forma determinada de organizarse, etc. Fácilmente podríamos convenir que se trata de una nación.
- Resulta que en los últimos trescientos años Castilla está empeñada en erradicar tal cultura y, claro, los catalanes no están de acuerdo (supongo que esta discrepancia se daría en cualquier lugar del mundo).
- Además, no sólo han de hacer un esfuerzo titánico para defender su lengua y su cultura, sino que también soportan una relación con el Estado Español de franca desventaja económica. Vaya, que una parte excesivamente grande de los excedentes económicos generados en Cataluña sirven para financiar no sólo infraestructuras improductivas en España, sino también para que otros territorios del Estado puedan disfrutar de un nivel superior al de ellos. Delirante.
- Pero esto no es todo. De hecho, es sólo el principio: el factor verdaderamente desencadenante del desapego emocional de los catalanes con respecto a España viene motivado por las toneladas de insultos, humillaciones, menosprecios y mentiras que los medios de comunicación y los políticos vierten constantemente sobre ellos. Que los partidos políticos mientan sobre Cataluña para lograr votos es, de por sí, una práctica reprobable, pero aun resulta más preocupante que tal estrategia efectivamente proporcione el apoyo masivo de la ciudadanía española. Volvemos al principio del artículo: la catalanofobia como patología no reconocida pero cómodamente instalada en el subconsciente de los españoles.
El montaje que se ha llevado a cabo emplea como herramienta básica las técnicas más reconocidas de uso de perverso del lenguaje, a través de las que busca la deshumanización de todo aquel ciudadano que opte por tomar posiciones soberanistas: los independentistas no son ya ciudadanos que legítima y democráticamente han adoptado una postura, sino que son jaurías llenas de odio que se enfrentan a los pacíficos ciudadanos que quieren seguir siendo españoles. Son bestias que utilizan niños y ancianos como escudos humanos. Son una minoría que, por la fuerza, se impone a una mayoría que quiere vivir en paz. Esto es lo que han inventado los medios españoles y lo que sus lectores/espectadores/oyentes han asimilado sin ánimo alguno de ponerlo en duda, y de ahí al salvaje “a por ellos” la distancia es solo un paso. Los titulares que se insertan a continuación son reales y no pertenecen a programas de humor, sino a las fuentes informativas de las que beben la mayoría de los ciudadanos de España:
Esta segunda portada, la de El País, es muy interesante por lo sotifiscado de su manipulación: no solo vincula a Cataluña con el racismo institucional (algo inventado, por cierto), sino que además lo hace con niños y para rematar el cuadro colocan una fotografía de jovenes africanos muertos tras viajar en patera. O sea, el término “africanos” vinculado negativamente a la Generalitat y justo debajo una imagen terrible de africanos, que nada tiene que ver con Cataluña. Para que el subconsciente de cada uno vaya trabajando.
Sin abandonar el asunto del supuesto uso de niños como víctimas del sistema, es conveniente echar un vistazo a esta portada del diario ABC, en la que se asegura que los estudiantes catalanes no saben hablar castellano (atención al subrayado):
Pues bien, lo que se observa encima del texto es nada menos que la papada de Jordi Pujol, porque esta portada no es actual, sino que salió a la calle en 1994, muchísimo antes del auge del independentismo. En el texto -de un tenor muy habitual al resto de la prensa de la época- se miente con total impunidad sobre la educación en Cataluña. El problema es que la tesis absurda que plantea fue creída por muchos lectores y aún hoy nadie se ha disculpado por tales mentiras, y lo que es peor, este tipo de falacias se han ido sedimentando en las creencias de los ciudadanos. Han pasado 24 años de este titular y hoy es demostrable que aquellos niños sí aprendían castellano -como no podía ser de otra manera- pero el daño ya estaba hecho.
Todo este bombardeo de noticias inventadas persigue crear -aunque su contenido no sea creído al 100% por los lectores- en el subconsciente la asociación “independentista = bárbaro capaz de cualquier atrocidad”. Si, además, el término que se emplea es el de “separatista” -con todas las connotaciones negativas que conlleva- el efecto se redobla. Y recordemos, por si a estas alturas hemos perdido las referencias: un independentista es un ciudadano con una legítima aspiración política de ámbito nacional que desea alcanzarla de forma pacífica, democrática e integradora.
El uso del lenguaje de forma perversa es una de las especialidades de quienes manejan las instituciones contrarias al derecho a decidir, basta con analizar las marcas (partidos, plataformas, asociaciones, etc.) que han ido creando en los últimos años, con unas denominaciones claramente diseñadas para atribuirse espacios sociales que no tienen y para generar confusión:
- Un partido político cuyo objetivo inicial -antes de ampliar el negocio- era la lucha contra la enseñanza en catalán bautizado como “Ciudadanos – Partido de la ciudadanía”. ¿Se puede ser más genérico y la vez más mentiroso? ¿El resto de partidos no están conformados por ciudadanos o son del planeta Ummo? Sus ideólogos saben perfectamente que la marca es clave para atraer votantes despistados, que pueden ver en esta formación a los “buenos”, los “del pueblo”, ante tanta corrupción.
- Una plataforma dedicada a luchar contra el derecho de los catalanes a decidir qué estatus deben tener como pueblo llamada “Sociedad Civil Catalana”. Otra atribución ilegítima de un espacio que no es el suyo. En realidad, son un pequeño grupúsculo -175 socios- dotado de estrechos vínculos con la ultraderecha catalana y con una muy bien regada financiación. Pero claro, cuando en un informativo de ámbito nacional el periodista de turno habla de ellos, la idea que se forma en el imaginario del espectador es que se trata de la respetada y bien tramada sociedad civil existente en Cataluña. Sobre los orígenes de SCC y sus lazos con la extrema derecha lean al periodista Jordi Borràs.
- Una asociación de empresarios fundada en 2014 y de dimensiones minúsculas denominada “Empresaris de Catalunya”. La sublimación de lo perverso: su nombre no puede ser más genérico a la par que engañoso. Ningún empresario relevante forma parte de esta asociación, cuyas reuniones se celebran en el Círculo Ecuestre y que hasta hace poco contaba con la mano derecha de Enric Millo como secretario de la entidad. Como en el caso anterior, es frecuente escuchar sus postulados en los medios de comunicación precedidos de la entradilla “los empresarios de Cataluña afirman que (…). Objetivo conseguido.
Continuará…
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“La gran teranyina”, de Edicions del Periscopi. 8ª edición a la venta.
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